A Armando Benedetti lo recibieron en la campaña de Gustavo Petro siendo “Armando Benedetti”, el de siempre, el conocido por todo el mundo político, con sus virtudes, defectos, audacias en la política y procesos judiciales en contra. Así, le dieron todo el poder en la campaña del Pacto Histórico. Le manejaba todo al candidato: la agenda, las manifestaciones, las citas con los periodistas, los debates, todo. Incluso, Benedetti le administraba la vida personal para que no interfiriera en la campaña. Compartían hotel en Bogotá y hasta a Marelbys Meza que los atendía y que luego terminó siendo niñera de Laura Sarabia y por donde explotó este escándalo. Al ganar la presidencia Gustavo Petro y Álvaro Leyva nombraron embajador en Venezuela a Benedetti. Él tiene razones de sobra para saber todo lo qué pasó con el camino de Petro a la Casa de Nariño, por la cercanía y la confianza. Benedetti era del anillo más íntimo de Petro. Que ahora el Canciller diga que es un “drogadicto” suena como a un afán por descalificar al testigo, a desespero por el escándalo.
Ahora, Benedetti tiene la obligación moral de contar toda la verdad, lo que sabe, lo que vio y oyó en la campaña. ¿Cómo se financió? El verdadero Benedetti es el de los audios, no se dejen confundir. Ese que sabía qué le decía a Sarabia y por qué. ¿Por qué no lo votaron de inmediato, por qué lo paladearon?.
Al ex embajador lo deben proteger al igual que a su familia y que se sepa toda esa verdad. Aquí no hay “golpe blando” como dice el presidente. Aquí hay unos hechos que deben ser investigados, los 15 mil millones de pesos de la Costa, según los audios en la voz de Benedetti, quiénes supuestamente pusieron la plata, cómo se hizo.
Este es el segundo episodio con indicios graves de que hubo posiblemente Plata sucia en la campaña de Petro. El de Nicolás, su hijo, fue el primero. No olviden, Benedetti y Nicolás trabajaron juntos en la campaña y se ocuparon de la Costa Caribe.